viernes, 24 de abril de 2015

Una de mis ilusiones cumplidas, gracias pupi : )

Nombre: Restaurante Coque
Ciudad: Humanes (Madrid)
Dirección: C/ Francisco Encinas, 8
Teléfono: 91.604.02.02
Web: http://restaurantecoque.com/es/


Desde antes de comenzar a estudiar Restauración en la Escuela de Hostelería y Turismo de Madrid, seguía los pasos de varios cocineros. Uno de ellos, Mario Sandoval. Pues bien, desde que acabé los estudios hace ya unos cinco años, una de esas "casas" a las que quería ir era de la que estoy hablando.

Mario y sus hermanos, no es que sean los mejores, no, pero admiro el trabajo y sacrificio de cada uno de ellos, manteniendo el negocio que sus padres tenían. Todo un orgullo, supongo. El nombre de Coque viene porque a su abuelo Álvaro, le llamaban Albaricoque y, de ahí, Coque.

Comenzaré esta entrada diciendo que gracias al aparcacoches nos olvidamos de buscar hueco por la zona, que por cierto estaba difícil de encontrar.

¡Qué chulo el recorrido que nos hicieron!, desde parte de la bodega, pasando por la cocina (mientras que un nudo en la garganta me recorría, ¡qué recuerdos!), los hornos, hasta llegar a la sala del restaurante. Todo ello con una atención pasmosa.



En la bodega, muy amplia y luminosa, merece la pena estar simplemente por contemplar la disposición de las botellas en el suelo, bajo esa cristalera tan conocida por muchos.



Allí, nos ofrecieron el cocktail del día, hecho con whisky, que no probé, pero sí mi novia. Por mi parte, que no tomo casi nada de alcochol, pedí un martini blanco. Creo que el detalle de ponerme un trozo tan grande de limón, con su parte blanca y todo, sobraba. No quedó nada bien.
Allí mismo nos sirvieron dos aperitivos:

- Uno versionando un cocktail de ginebra
- Crujientes, colocados en una estructura que simulaba una vid, acompañados con una salsa a base de huevo especiada.

Al ir hacia la cocina, nos pusieron su versión del cocido. Lo mejor, el caldito y su espuma. Debieron hacer alguna modificación en las encimeras de la cocina, porque no las recordaba así.

La última parada en este magnífico recorrido eran sus hornos, de tres tipos de madera, encina, fresno y olivo. Sobre la mesa, el último aperitivo bajo una campana de humo, que al destapar olía francamente bien.

Un ascensor nos subió a la planta de arriba, el comedor. Allí siguió nuestro viaje. Nos atendieron muy educamente Diego y Rafa Sandoval. La mujer que estaba en sala atendiendo nuestra mesa no fue del todo de nuestro agrado, una lástima.

A continuación os pongo lo que tomamos (os acorto los nombres, porque telita...):

1. Lechuga romana bloody mary, con estofado de morcillo de ternera y tierra de acelga

    - Todo bueno, salvo que el sabor del bloddy mary no lo apreciaba mucho. El punto del morcillo muy bien.

2. Guiso de ibéricos con puré de pochas y curri verde, erizo y trufa

    - No es un plato que me fascinase, pero mantiene la premisa del respeto al producto.

3. Verduras ahumadas al sarmiento

    - Plato de sobresaliente. Había que comerlo de un sentido a otro, para ir pasando por amargos, picantes, frescos, ácidos. ¡Qué rabia que nos pusieron, a cada uno, el plato en distinto orden!, de ahí mi 9, jeje. La cocción de las verduras perfectas.

4. Escabeche de lenguado con hinojo y rábano

    - El escabeche, servido a parte, tenía una temperatura precisa para empapar el pescado el tiempo que nos recomendaron y metérnoslo en la boca. El escabeche no era de mi gusto.

5. Pulpito a la llama de brasas de fresno, con puré de aceite de oliva y pimentón

    - Plato notable. Acompañado de un guiso de carne de ternera y lomo de kobe, que estaba algo peor.

6. Huevo en pepitoria con seta de cardo y guisantes

    - Me tomé el plato de mi novia, porque el huevo cocido a baja temperatura no le mola mucho. Los he probado mejores. Los guisantes, tremendos.

7. Parpatana de atún de almadraba con guiso de tamarillo y fruta de la pasión

    - La parpatana es la zona que rodea la boca en su zona inferior. El tamarillo, un fruto bastante jugoso, con la piel amarga. No me resultó muy destacable, aunque la cocción del atún espectacular.



8. Cochinillo lacado con puré de calabaza

    - Su famoso plato. No digo más, eso sí, eché de menos algo más fresco acompañando esta carne.

Los postres que tomamos, fabulosos. No somos de las personas que nos guste terminar una comida con un plato de chocolate, ni nada que nos llene. Nos molan los cítricos, suaves, frescos. Por primera vez en mi vida, un restaurante nos lo ofreció. He aquí los mismos:

1. Cítricos de primavera y brotes dulces

    - Puro espectáculo. Distintas texturas, distintos sabores, plato muy, pero que muy original.

2. Almendras tiernas con sorbete de yuzu, jugo de fresas asadas y flores de almendro

    - Quizás el menos bueno de los tres, pero manteniendo el nivel.

El último postre nos lo sirvieron en otra sala, que me ponía nervioso porque la iluminación en la parte alta era bastante rara, no sé, no me gustó.

3. Yogur ácido de oveja con tocinillo de cielo y espuma de leche ahumada.

    - La puesta en escena genial, aunque no nos pilló por sorpresa. No os desvelaré el secreto, jiji. Nada pesado el helado y muy cremoso.

El café nos lo sirvieron en ese mismo sitio, acompañado por un macarron de chocolate. No me gustan nada estos dulces, pero he de agachar la cabeza y reconocer que éste estaba suave, crujiente y agradable.

No quiero extenderme más, porque podría estar dando la brasa mucho tiempo.

Agradecer a toda su familia la magnífica comida, la perfecta atención y la casi perfecta colocación de cubiertos por parte de esa mujer. Nos lo ponía, a veces bien, a veces mal.

El precio con agua y café, de notable alto, resultó unos 220 €. Merece la pena ir, siempre que os llame la atención este mundo y si os gustaría probar una cocina tradicional llevada a este tiempo.

¡Sueño cumplido!

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