lunes, 16 de marzo de 2015

Una caja llena de sorpresas

Nombre: Restaurante Desencaja
Ciudad: Madrid
Dirección: Paseo de la Habana, 84
Teléfono: 91.457.56.68
Web: www.dsncaja.com

Después de una mañana de domingo de labores hogareñas, pensamos en irnos por la Sierra de Madrid a andar por uno de los pueblos tan chulos que tenemos, para posteriormente comer en un asador.

Dado que eran cerca de las 12:00, finalmente abortamos el plan, para levantar de nuevo el periscopio e ir viendo qué plan alternativo tomábamos. En un principio barajamos con ir a un sitio por el centro de la capital, pero alguien tuvo la idea de ir a un restaurante que habían abierto el 1 de septiembre de 2014.

Situado a unos cinco minutos de la estación de metro Colombia (línea 8 de metro, para los que no lo conozcan), pudimos localizar nuestro destino.

A simple vista, por fuera, no parece lo que vas a encontrarte dentro. Puedo adelantaros que lo que menos nos agradó fue la decoración, que por cierto cambiarán en breve (¡menos mal!). Se trata de un local, pequeño, para unos 40 comensales. Dispone de una recepción reducida, en la que hay una barra de bar pequeña, pero suficiente para atender las comandas. Nos recibieron cordialmente.
Respecto a la zona de sala, ¿qué decir?, después del nombre del restaurante, me imaginaba un mobiliario diferente, cada uno de su padre y de su madre, guardando el estilo propio, pero sin un patrón. Parecía haberme ido a un salón tipo inglés de mi abuela. Los respaldos de las sillas nada cómodos, por cierto, no soporto que haya tanto hueco al aire detrás. Pero recalco, que todo esto lo cambiarán en breve.

El ambiente, agradable y familiar, con música de fondo suave.

Una de las cosas que siempre me fijo, pero muchísimo, es en los aseos (amplitud, luminosidad, limpieza, etc.). Primeramente me pareció buena idea que no los indicasen con el típico cartel, pues en el lugar en el que están perdería ese rollo que pretenden los dueños. Son aceptables y limpios, que es de lo que se trata.

Para comenzar nuestro "viaje", el Jefe de Sala nos explicó un poco cómo iba a ser todo, nos dijo que si teníamos alergias y si no nos gustaba algún sabor, textura, etc. No voy a contar un detalle que sucedió a continuación, porque (a pesar de que en algunas páginas web lo pongan) no me gusta quitar la originalidad, la esencia de este equipo.
El personal de sala tuvo un trato cercano, amable y educado.

A continuación hablaré de lo que comimos. Mencionar que todo lo que cocinan lo hacen allí, salvo el pan (o al menos fue mi impresión).

1. Snacks (4 mini tostas de pan, para untar las dos primeras referencias)


   - Queso fresco de leche de cabra y tapenade.
  - Estofado de tomates cherry con orégano. Estaba bastante rico, a pesar de que el orégano era seco. Lo mejor, el olor.
   - Dos croquetas de jamón. La masa estaba buena, pero con poca intensidad del producto principal.

2. Menú (La presentación de los platos buena)

   - Habas, judías verdes, alcachofa frita y cococha de bacalao rebozada, con salsa de almendras. Para los que no me conozcan, soy un amante de las verduras y el pescado. Dicho ésto, el plato en sí estaba muy bien, salvo porque la cococha no me decía nada. La salsa suave, para no tapar la verdura. Bien logrado.
  - Crema de patata con huevo a baja temperatura, setas, cebollino y migas de pan tostado. Al ser una persona que me gusta los platos de cuchara, éste me lo comí con mucho gusto. La pega, que es un plato que lo tienen por muchos sitios, y no hubo nada que distinguiera ése del resto. 
  - Fideuá con sepia, gambón, tinta y crema de chili crab con curry rojo. Como casi todo en esta vida, para gustos los colores. Me resultó salado. La fideuá estaba bien lograda, un poco más de cocción estaría bien.
  - Rape con una versión de potaje. Plato correcto, pero lo mismo que el anterior. Los garbanzos si hubiesen estado, bajo mi punto de vista, algo más de tiempo cociendo, mucho mejor. Pero muy enteros y conservando un aspecto muy apetecible.
  - Cabezada de cerdo con ragout de oreja y compota de manzana, pera y Oporto. A pesar de que pueda resultar a simple vista, pesado, graso y contundente, para nada. Conjunto muy bueno. La oreja nada pesada, no como en muchos bares que te tomas tres y ya te repite todo el día. Me hubiese gustado que el cerdo estuviese algo menos hecho.
  - Helado de romero con crujiente de miel, fruta y mix de infusiones. Mi tentación, los helados. Hay un dicho que escuché en Los Simpsons que decía algo así: ¿Por qué fabricar treinta y tantos sabores, cuando aún no se domina la vainilla?. Éste no era el caso, pero ahí lo dejo para navegantes que van diciendo que ciertos helados son la bomba y no es cierto. Vayamos al tema. Postre refrescante, como a mí me gustan. El sabor del helado no me iba mucho, aunque estaba bien conseguido, ligero y cremoso. Los matices de las infusiones, muy complejas, pero ricas. La fruta le iba bien. La pega, que había algún trozo de piña que tenía restos del interior de la corteza y eso es criminal. El crujiente nada pesado. Un postre notable.
  - Tarta de hojaldre de manzana, helado de vainilla y compota de manzana y pera. Otro postre bastante bueno. El hojaldre, nada pesado. El helado como el anterior de bueno. Dos puntos que hubiesen mejorado sería abrillantar un poco más la manzana y no repetir casi igual la compota. No puedo cuando hay dos cosas tan similares en un menú. Manía mía, lo reconozco, pero no se debe hacer.


Para finalizar, comentar que la relación calidad-precio está guay. Nos salió este menú para dos personas (pax. de ahora en adelante, así que familiarizaros ya mismo con estos términos, jeje), con una botella de agua, pan y un café (yo no tomo), por poco más de 80 € (iva incluído).
Merece la pena conocer la cocina de Iván Sáez, de producto, de transmitir esa devoción por lo que hacían nuestras abuelas y madres, una cocina que requiere su tiempo y que, ante todo, ¡prima la cuchara!


domingo, 15 de marzo de 2015

Japonés low cost

Nombre: Nagoya
Ciudad: Madrid
Dirección: Clara del Rey 34
Teléfono: 914 16 98 27
Web: www.nagoya.es

Cuando uno cambia de barrio y es aficionado a la comida japonesa, tiene que buscar un restaurante japonés que se adapte a sus expectativas. Tarea nada fácil.
Se dice que en Madrid hay muchos bares, he llegado a oír que hay un bar para cada tres personas, me parece exagerado, pero lo que sí que debe de haber es, al menos, tres restaurantes japoneses por barrio.
¿Y cómo distinguir un japonés de otro japonés? Pues no sabría decirte, pero este tipo de lugares prima, principalmente, la calidad del pescado que ofertan. Recordad que se ofrece comida cruda, nada de atún ahumado o salmón ahumado. ¡Crudo! Y cuando uno come crudo (por muy congelado que esté) nunca hay que jugársela.
Pues bien, cerca de Avenida de América, hay unos cuantos japoneses, pero alguien nos recomendó éste. Nagoya de Clara del Rey, tienen un primo hermano, más grande y más céntrico pero el que tenemos nosotros es éste. Quizá sea más de barrio, o más de andar por casa, pero por lo menos lo que te ponen se puede comer, ¡que ya es bastante!
Encima, te ofrecen de lunes a domingo menú del día. Y un menú que se basa en una sopa de miso, más que aceptable para lo que hay por ahí, y luego varias cosas. Siempre solemos pedirnos el Menú Sushi, que te incluye cuatro makis, seis nigiris, tempura de verduras,  y la sopita que ya comenté antes. Además, te incluye la bebida; agua, cerveza japonesa de barril, vino decente, refresco y también postre (fruta, helados o flan de té) ó café.
El otro menú que pedimos suele ir variando, pero en esta ocasión tomamos el de sepia teppanyaki. Una sepia a la plancha muy estilo mediterráneo, con un poco de arroz, su mahonesa (de bote), tres gyozas (ricas, nada de odyozas como las de otros sitios), unos edamame y su respectiva sopa.
Esto, para un domingo a medio día cuando no sabes qué hacerte de comida y tienes mono de japonés. ¡Es perfecto! Y lo mejor, su precio, todo lo dicho, que además se puede compartir de muy buena gana, por menos de 30 euros.


Comer japonés así, hoy en día, y por un buen precio, es algo que merece la pena probar

El león de oro nunca vendría aquí

Nombre: La Posada del León de Oro
Ciudad: Madrid
Dirección: Cava Baja, 12
Teléfono: 91 119 14 94
Web: www.laposadadelleondeoro.com

Recién salidos del teatro decidimos ir a tapear un poco por la Latina, lugar donde un domingo por la noche parece apropiado para salir a tomar algo.
Habíamos escuchado que esta posada estaba edificada sobre las antiguas ruinas de las murallas de la ciudad de Madrid.
Con cierta curiosidad por tapear en lugar con encanto como parecía ser éste, decidimos ir a tomar algo.

Apróximadamente serían las 21.30 de la noche cuando llegamos al lugar. Una chica muy amable nos atendió en la puerta y nos invitó a pasar y a que hojeáramos la carta. Le dijimos que solo queríamos tomar unas tapas o unas raciones y nos invitó a entrar dentro.

La posada parecía estar divida en tres salas, divididas me refiero porque las sillas y las mesas eran diferentes, porque no había ninguna pared que las separara, y me parece a mi que la carta tampoco era muy distinta.

Nos acomodaron en la mesa que escogimos, de la sala de "raciones" y alejada de la puerta porque esa noche hacía un frío que pelaba.

Los camareros que nos atendieron fueron muy amables. Al menos uno de ellos, porque el otro parecía un poco perdido con las pocas mesas que estaban dando. Además se les veía bastante distraídos, aunque cuando se te acercaba a la mesa era bastante amable, tan amable, tan amable que uno de ellos me dio un golpecito a modo de "colegueo" en la espalda. Mi cara fue de sorpresa ante semejante trato cercano.

La sorpresa vino cuando vimos la carta, los precios eran disparatados para lo que ofrecían. Si al menos fuera verdad lo que ofertaban estaría bien, pero era el típico sitio con mucho nombre y luego poco contenido. Aunque la mayor sorpresa fue cuando esas "raciones" que íbamos a pedir, se iban a basar en fiambre, huevos, croquetas y poco más, porque lo que eran raciones, raciones, no había.

Todo parecía más enfocado a cenar a la carta, aunque la mesa donde nos encontrábamos no tenía mantel, ni cubre, ni nada. Era una mesa pequeña y de metal. Las de al lado, que parecían enfocadas más a restaurante, eran las que tenían manteles, servilletas, copas y demás. Pero en la carta no parecía haber distinción en los precios.

Al final nos decidimos por tomar una ensalada de pulpo con mahonesa de erizo (¡aquello prometía y mucho!); Rollitos crujientes de morcilla y unas tostas.

La ensalada era un montón del típico mezclum de bolsa, con ocho trocitos de pulpo, sabroso sí, pero muuuuy escaso, y espera: ¿dónde estaba la mahonesa de erizo? Mahonesa había, pero "Erizo" debía ser el nombre del bote de donde la sacaron, porque sabía a la típica de bote. Una decepción este plato, la verdad.

Los rollitos, calientes, crujientes, sabrosos y ricos. No estaban nada mal, la verdad. Quizá se salvaron en comparación con la ensalada.

Y luego cada uno pedimos una tosta, yo compartí una de queso de cabra con cebolla caramelizada, ¡dos ingredientes que me encantan! y también una de cerdo ibérico con camembert a la trufa negra. Lo de la trufa negra, en fin, lo que me esperaba... ¡con lo que sabe la trufa y ahí no había nadie capaz de distinguir el sabor!

Los postres fueron lo único que se salvaron, aunque la calidad precio tampoco es que fuera exagerada. Unas torrijas de unos 20 cms de largo y una tarta de queso que ni fú ni fá. Pero la verdad que la torrija, con su helado de canela merecía la pena. Eso sí, ¡a 7 euros la torrija!

Al final la cuenta fue de 70 euros para cuatro personas, por una ensalada de lechuga y mahonesa de bote, unas tostas, unos rollitos crujientes, y unas torrijas.

Eso sí, debajo, a unos metros, las murallas de Madrid, que además le servía de bodega al establecimiento.

Supongo que comer en pleno centro de ciudad, con unas vistas tan "curiosas" y en lugar como aquel, al final se paga. Pero me pareció excesivo. ¡Además 3 euros por el refresco!

¡Y para colmo de males, el IVA no estaba incluído! Y no te lo especificaban en ningún lado de la carta. ¡Hoy en día eso ya roza la ilegalidad!

Si queréis ver las murallas, pasad y vedlas, pero yo no os recomiendo quedaros allí a comer.

Para mi que el León de Oro ya no se hospeda aquí.